Dolor extremadamente intenso de una extremidad, de causa desconocida, que frecuentemente asocia alteraciones cutáneas.
No hay información fiable acerca de su frecuencia. Sin embargo, se sabe que es más frecuente en adolescentes (edad media alrededor de los 12 años), y en niñas.
Generalmente existe dolor muy intenso y prolongado en un miembro, que no responde a distintos tratamientos, y que se intensifica a lo largo del tiempo. El dolor puede hacer que se tienda a utilizar menos el miembro afectado. Una característica de la enfermedad es que sensaciones que no resultan dolorosas a la mayor parte de la gente pueden resultar extremadamente dolorosas para ellos, por ejemplo, el roce de la piel con algún objeto. Esta hipersensibilidad dolorosa se denomina alodinia. La combinación de estos síntomas interfiere con las actividades diarias de estos niños, resultando en un ausentismo escolar muy significativo.
Un subgrupo de pacientes desarrolla a lo largo del tiempo cambios cutáneos en la zona afectada, que pueden consistir en cambios de coloración (palidez o aspecto moteado), de temperatura (generalmente reducida) o de sudoración. En ocasiones el niño mantiene el miembro en posturas extrañas y rehúsa moverlo.
Hasta hace unos años estos síndromes recibieron distintos nombres. Sin embargo, dado que la mayoría son de causa desconocida y que su tratamiento es el mismo, la tendencia actual es denominarlos a todos ellos Síndromes de dolor músculo esquelético localizado. El diagnóstico se establece mediante unos criterios bien definidos, basados en las características del dolor (severo, prolongado, limitante, con muy escasa respuesta a los tratamientos frecuentes, alodinia) y en la exploración física; la combinación de estos síntomas y hallazgos clínicos resulta muy característica. El diagnóstico requiere el descartar otras enfermedades lo que, en general, ya se ha hecho para cuando el paciente es evaluado por un reumatólogo pediátrico. Los análisis son normales.
El tratamiento que da mejores resultados es el inicio de un programa de ejercicio físico intenso supervisado por un fisioterapeuta, combinado o no con psicoterapia. El tratamiento es difícil para todos los implicados, los niños, la familia y el equipo terapéutico. La intervención de psicólogos o psiquiatras es habitualmente necesaria dadas las tensiones que provoca la enfermedad. Hasta la fecha se han propuesto múltiples tipos de tratamientos, aislados o en combinación (antidepresivos, retroalimentación, estimulación eléctrica transcutánea o electroterapia, modificación conductual) sin que ninguno haya demostrado ser claramente superior a los otros.
La enfermedad tiene mucho mejor pronóstico en niños que en adultos, ya que prácticamente todos los niños se recuperan sin secuelas.
Estos niños deben ser animados a mantener un régimen normal de actividad física, escolarización y socialización.
¿Tienes alguna duda o requieres asesoría personalizada?
Ponte en contacto con nosotros.
44620, Guadalajara, Jal., México