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CREA MX, Detección, diagnóstico, tratamiento, Artritis Idiopática Juvenil

Artritis Idiopática Juvenil

March 11, 202425 min read

Artritis Idiopática Juvenil


¿Qué es?

La Artritis Idiopática Juvenil (AIJ) es una enfermedad crónica de la infancia caracterizada por inflamación articular persistente (artritis). Los signos que caracterizan a la inflamación articular son dolor, hinchazón y disminución de la movilidad de la articulación. “Idiopática” significa que no conocemos la causa de la enfermedad, y “Juvenil”, en este caso, que los síntomas aparecen antes de los 16 años de edad.

¿Qué significa enfermedad crónica?

Se dice que una enfermedad es crónica cuando a pesar de ser tratada adecuadamente no desaparece por completo sino que sólo mejoran los síntomas y las alteraciones de laboratorio. También quiere decir que una vez que se hace el diagnóstico es imposible saber cuánto tiempo va a durar la enfermedad.

¿Qué tan frecuente es?

La AIJ es una enfermedad rara que afecta a 80-90 niños de cada 100.000.

¿Cuál es la causa de la enfermedad?

Nuestro sistema inmune nos protege de las infecciones por virus o bacterias. Para esto es necesario que el sistema inmune distinga lo que es ajeno y potencialmente peligroso -que es eliminado- de lo que pertenece a nosotros mismos y es inocuo.

Se piensa que la artritis crónica es consecuencia de una respuesta anormal (de causa desconocida) del sistema inmune, en la que éste pierde su capacidad para distinguir lo “ajeno” de lo “propio” y ataca a sus propias articulaciones. Por ello, la AIJ y otras enfermedades se llaman “autoinmunes”, lo que indica que es nuestro propio sistema inmune el que reacciona contra nuestros órganos.

Los mecanismos precisos que producen AIJ y la mayoría de las enfermedades inflamatorias crónicas en el humano son desconocidos.

¿Es una enfermedad hereditaria?

La AIJ no es una enfermedad hereditaria ya que no se transmite de padres a hijos en forma directa. Aun así, existen factores genéticos aún no bien conocidos, que predisponen a la enfermedad. Los científicos que estudian la AIJ coinciden en que la enfermedad es “multifactorial”, esto es, que se produce como resultado de la combinación de predisposición genética y de exposición a algún agente ambiental, probablemente de tipo infeccioso. Sin embargo, aunque exista predisposición genética, es excepcional que dos niños de una misma familia tengan la enfermedad.

¿Cómo se diagnostica?

Se habla de AIJ cuando la enfermedad comienza antes de los 16 años, cuando la artritis dura más de 6 semanas (específicamente para descartar artritis transitorias por ciertas infecciones virales) y cuando su causa es desconocida (lo que quiere decir que se han descartado otras enfermedades que pueden producir artritis).

En definitiva, el término AIJ incluye todas las formas de artritis persistente de causa desconocida que aparecen en la infancia. Dentro de la AIJ se incluyen varios tipos de artritis (ver ¿Hay distintos tipos de enfermedad?).

El diagnóstico de AIJ se basa en la presencia de artritis persistente descartando otras causas de artritis a través de la historia clínica, la exploración física y las pruebas complementarias.

¿Qué le pasa a las articulaciones?

La membrana sinovial que recubre el interior de la articulación es habitualmente muy delgada. Cuando la membrana sinovial se inflama se hace mucho más gruesa y se llena de células inflamatorias en forma simultánea al aumento de la cantidad de líquido sinovial en la articulación. Esto produce hinchazón, dolor y reducción de la movilidad. Una característica de la inflamación articular es la rigidez que aparece después de reposo prolongado; por ello, es especialmente intensa por la mañana (rigidez matutina).

A menudo, el niño intenta reducir el dolor manteniendo la articulación en posición semiflexionada; esta posición se denomina “antiálgica” para destacar el hecho de que adopta para reducir el dolor.

Si no se trata adecuadamente, la inflamación articular puede producir daño a través de dos mecanismos:

a) el grosor de la membrana sinovial aumenta (se forma el llamado pannus sinovial) y a través de la liberación de distintas sustancias provoca erosión del cartílago articular y el hueso;

b) la posición antiálgica prolongada produce atrofia muscular y estiramiento o retracción de los músculos y tejidos blandos que se hallan alrededor de la articulación, lo que termina produciendo una deformidad en flexión.

¿Hay distintos tipos de enfermedad?

Hay varias formas de AIJ. La diferencia entre ellas se establece por la presencia o ausencia de síntomas sistémicos como la fiebre, erupción en la piel y pericarditis (AIJ sistémica), o por el número de articulaciones afectadas (AIJ oligoarticular o poliarticular). La definición de cada una de estas formas se establece de acuerdo a los síntomas presentes en los primeros 6 meses de enfermedad, por lo que también se denominan “formas de inicio”.

AIJ Sistémica. Se caracteriza por la presencia de artritis y síntomas sistémicos (sistémico quiere decir que puede afectar a varios órganos del individuo). El principal síntoma sistémico es la fiebre alta y en picos que frecuentemente se acompañan de una erupción cutánea de color asalmonado. Otros síntomas son dolores musculares y aumento del tamaño del hígado, el bazo o los ganglios linfáticos, así como inflamación de la membrana que rodea al corazón (pericarditis) y a los pulmones (pleuritis). La artritis, generalmente poliarticular (que afecta a 5 o más articulaciones), puede estar presente al inicio de la enfermedad o aparecer posteriormente. La enfermedad puede afectar a niños de cualquier edad.

En alrededor de la mitad de los pacientes con este tipo de AIJ, los síntomas más característicos son sistémicos; el pronóstico a largo plazo en este tipo de pacientes tiende a ser bueno. En la otra mitad, los síntomas sistémicos tienden a desaparecer con el tiempo, pero la afección de las articulaciones se hace más importante. En una minoría, los síntomas sistémicos persisten a la vez que la artritis.

La AIJ sistémica comprende menos de 10% de todos los casos de AIJ; es típica de la infancia y ocasionalmente se observa en adultos.

AIJ Poliarticular. Se caracteriza por la presencia de artritis en 5 o más articulaciones y por la ausencia de los síntomas sistémicos ya mencionados en los 6 primeros meses de la enfermedad. La presencia o ausencia en la sangre de un anticuerpo llamado Factor Reumatoide (FR) permite dividir a la AIJ Poliarticular en dos subgrupos: FR negativo y FR positivo.

1. AIJ Poliarticular FR positivo. Es rara en niños (<5% de todos los pacientes con AIJ). Se considera el equivalente pediátrico de la artritis reumatoide FR positivo de los adultos (el principal tipo de artritis crónica del adulto). A menudo produce artritis simétrica que principalmente afecta a las pequeñas articulaciones de las manos y de los pies al inicio para luego extenderse a otras articulaciones. Es mucho más frecuente en niñas que en niños y comienza habitualmente después de los 10 años de edad. A menudo consiste en una forma grave de artritis.

2. AIJ Poliarticular FR negativo. Representa 15-20% de todos los casos de AIJ. Es una forma compleja que probablemente incluye distintas enfermedades. Puede ocurrir a cualquier edad. Su complejidad se refleja en el pronóstico, que también es muy variable.

3. AIJ Oligoarticular. Se caracteriza por la presencia de artritis en menos de 5 articulaciones y por la ausencia de síntomas sistémicos en los 6 primeros meses de la enfermedad. Afecta grandes articulaciones (como las rodillas y los tobillos) de forma asimétrica. A veces sólo afecta una articulación (forma monoarticular). En algunos pacientes, el número de articulaciones afectadas aumenta a 5 o más articulaciones después de los primeros 6 meses de enfermedad, lo que se denomina oligoartritis extendida. La oligoartritis aparece generalmente antes de los 6 años de edad y afecta fundamentalmente a niñas. El pronóstico articular suele ser muy bueno –con el tratamiento adecuado– en los pacientes en los que la enfermedad permanece limitada a pocas articulaciones, pero es más variable en aquellos en los que la enfermedad se extiende a más articulaciones. Una proporción considerable de estos pacientes desarrolla una complicación ocular importante, la inflamación de la parte anterior de la úvea (uveítis anterior). La úvea es una capa que tapiza el interior del ojo y contiene los vasos sanguíneos que le aportan la sangre. Dado que la parte anterior de la úvea está formada por el iris y por el cuerpo ciliar, esta complicación se denomina tanto uveítis anterior crónica como iridociclitis crónica. Si no se diagnostica y trata adecuadamente, la uveítis puede progresar y dañar gravemente el ojo. Por lo tanto, la detección precoz de esta complicación es fundamental. Dado que la uveítis anterior puede no ser detectada por los padres ni por los médicos, ya que el ojo no se pone rojo y el niño no se queja de visión borrosa, es obligatorio que los niños con riesgo de uveítis sean evaluados periódicamente (cada 3 meses) por el oftalmólogo con un aparato llamado lámpara de hendidura. La oligoartritis es la forma más frecuente de AIJ (50% de los casos). La forma ANA positivo (vez¿Qué análisis son necesarios?) combinada con uveítis es una enfermedad característica de niños que no se observa en adultos.

4. Artritis Psoriática. Se caracteriza por la presencia de artritis asociada a psoriasis o a alguna de sus manifestaciones clínicas. La psoriasis es una enfermedad de la piel, principalmente las rodillas y los codos que produce zonas de descamación. La enfermedad de la piel puede aparecer antes o después de la artritis. Este tipo de artritis es muy compleja tanto en sus manifestaciones clínicas como en su pronóstico.

5. Artritis asociada a entesitis. La manifestación más frecuente es la oligoartritis que principalmente afecta a las grandes articulaciones de las extremidades inferiores en asociación con entesitis. La entesitis es la inflamación de las entesis. Las entesis son los puntos de inserción de los tendones en los huesos. El sitio más frecuentemente afectado es el pie, debajo o detrás del talón. En ocasiones, estos pacientes pueden presentar síntomas y signos agudos de uveítis anterior que, a diferencia de la uveítis de la AIJ oligoarticular, puede producir enrojecimiento del ojo, lagrimeo y fotofobia (molestia con la luz). La mayoría de los pacientes son HLA B27 positivo (ver ¿Qué análisis son necesarios?). La enfermedad afecta predominantemente a varones y habitualmente comienza después de los 7 u 8 años de edad. El curso clínico de esta forma es variable. En algunos pacientes la enfermedad remite, mientras que en otros se extiende y afecta al esqueleto axial (la columna vertebral). La primera manifestación de afección del esqueleto axial frecuentemente se nota en las articulaciones sacroiliacas, localizadas en la región limbar baja. Esta forma clínica forma parte de un grupo de enfermedades -más frecuentes en adultos- llamadas Espondiloartropatías por que afectan las articulaciones de la columna vertebral.


¿Qué produce la iridociclitis crónica? ¿Tiene relación con la artritis?

Como sucede con la artritis, la inflamación del ojo se produce por una respuesta inmune anormal contra el mismo (autoinmune). El mecanismo preciso de esta respuesta es, sin embargo, desconocido.

Esta complicación se observa principalmente en pacientes de menor edad con AIJ oligoarticular y anticuerpos antinucleares (ANA) positivos.

El vínculo que une al ojo con la enfermedad articular es desconocido. Es importante tener presente que la artritis y la iridociclitissiguen cursos independientes de manera que, aunque la artritis haya remitido (desaparecido), las revisiones periódicas con lámpara de hendidura deben continuar. El curso de la iridociclitis se caracteriza por brotes periódicos, que son independientes de los brotes de artritis.

La iridociclitis aparece habitualmente después de la artritis, aunque se puede detectar al mismo tiempo y muy raramente antes de la artritis. Estos últimos suelen ser los casos más desafortunados ya que, al ser la enfermedad asintomática, la iridociclitis no se detecta en fases precoces sino cuando ya ha producido alguna sintomatología o afectado la visión

¿Es la enfermedad diferente en niños y adultos?

En general sí. La forma poliarticular FR positivo responsable del 70% de los casos de artritis reumatoide del adulto representa menos del 5% de los casos de AIJ. La forma oligoarticular de aparición precoz que representa alrededor del 50% de los casos de AIJ, sin embargo, no se observa en el adulto. La forma sistémica es asimismo característica de niños, comunicándose de forma muy esporádica en adultos.

¿Qué análisis o qué pruebas de laboratorio son útiles?

En el momento del diagnóstico hay análisis que, valorados en el contexto de las manifestaciones clínicas, son útiles para definir mejor de qué tipo de AIJ se trata e identificar a los pacientes con riesgo de desarrollar complicaciones como la iridociclitis crónica.

Factor Reumatoide (FR) es un autoanticuerpo que es positivo en concentraciones elevadas y persistentes en la forma poliarticular de la AIJ que es el equivalente a la artritis reumatoide FR positivo del adulto.

Anticuerpos Antinucleares (ANA) son muy frecuentes en pacientes con AIJ oligoarticular de aparición precoz. Identifican a un subgrupo de pacientes con un riesgo muy elevado de desarrollar iridociclitis. En este subgrupo es recomendable la evaluación periódica (cada 3 meses) de los ojos con lámpara de hendidura.

HLA-B27 es un marcador celular que es positivo hasta en 80% de los pacientes con artritis asociada a entesitis. Su frecuencia en la población general es mucho más baja (5-8%).

Otros análisis, como la velocidad de sedimentación globular (VSG) o la proteína C reactiva (PCR), valoran el grado de inflamación general; aunque pueden resultar útiles para el manejo de la enfermedad, la evaluación de ésta se apoya mucho más en las manifestaciones clínicas que en el resultado de los análisis.

Dependiendo del tratamiento que sigan los pacientes, será necesario ordenar exámenes de laboratorio (biometría hemática, enzimas hepáticas, etc.) y de orina en forma periódica para confirmar que los medicamentos no han producido efectos secundarios.

La obtención periódica de radiografías puede ser útil para evaluar el avance de la enfermedad y ajustar el tratamiento.

¿Cuál es su tratamiento?

No hay ninguna terapia que cure la AIJ. El objetivo del tratamiento es permitir que los niños tengan una vida normal y prevenir que se dañen las articulaciones u otros órganos mientras la enfermedad entra en remisión espontánea, lo que sucede en la mayoría de los casos después de un periodo variable e impredecible de tiempo. El tratamiento se basa en el uso de medicamentos que inhiben la inflamación articular y sistémica y en técnicas de rehabilitación que preservan la función articular y contribuyen a prevenir su deformación.

El tratamiento es bastante complejo y requiere de la cooperación de distintos especialistas (reumatólogos pediatras, ortopedistas, fisioterapeutas, oftalmólogos).

1) Antiinflamatorios no esteroideos (AINE). Este grupo de medicamentos tiene propiedades que contrarrestan los síntomas: son antitérmicos (bajan la fiebre) y antiinflamatorios. Tratamiento sintomático significa que no inducen remisión de la enfermedad, sino que controlan los síntomas producidos por la inflamación. Los más utilizados son el naproxeno y el ibuprofeno; la aspirina, aunque es eficaz y barata, se utiliza mucho menos hoy en día por su mayor riesgo de producir toxicidad (efectos sistémicos cuando sus niveles en sangre son elevados y toxicidad hepática, particularmente en AIJ sistémica). En general son bien tolerados. El efecto secundario más frecuente en adultos, la molestia gástrica, es rara en los niños. La asociación de distintos AINE no está indicada, aunque ocasionalmente un AINE puede ser más eficaz que otro. El efecto antiinflamatorio óptimo se produce después de varias semanas de tratamiento.

2) Infiltraciones Articulares. Se utilizan cuando existe afección de solamente una o de pocas articulaciones, así como cuando la persistencia de una contractura articular (producida por el dolor) puede causar deformidad. La medicina que se inyecta en la articulación es un corticoide de acción prolongada. En los países en los que está disponible el hexacetónido de triamcinolona es el corticoide preferido, ya que su efecto es prolongado (hasta varios meses) y su absorción a la circulación sistémica es mínima.

3) Fármacos modificadores del curso de la enfermedad o de segunda línea. Están indicados en niños con poliartritis progresiva a pesar de tratamiento adecuado con AINE e infiltraciones articulares. Los fármacos de segunda línea se añaden a la terapia con AINE. El efecto de la mayoría de estos fármacos se hace evidente sólo después de varias semanas o meses de haber iniciado el tratamiento.

El fármaco de primera elección es el metotrexato semanal a dosis bajas. Es efectivo en la mayoría de los pacientes. Tiene propiedades antiinflamatorias pero también es capaz de inducir la remisión de la enfermedad a través de un mecanismo desconocido en algunos pacientes. Generalmente es bien tolerado, siendo los efectos secundarios más frecuentes intolerancia digestiva y elevación de las transaminasas. Su potencial toxicidad exige la realización periódica de análisis mientras dure el tratamiento. Su combinación con el ácido fólico (una vitamina) disminuye el riesgo de efectos secundarios.

La sulfasalazina también ha demostrado ser eficaz en la AIJ pero en general se tolera menos y se ha utilizado con menor frecuencia que el metotrexato.

Otros medicamentos potencialmente útiles en el tratamiento de la AIJ son la ciclosporina y la leflunomida, aunque hasta la fecha no se han realizado los estudios necesarios para evaluar su eficacia real en niños. La ciclosporina es un medicamento extremadamente útil para el tratamiento del síndrome de activación macrofágica que no responde a esteroides. Esta es una complicación muy grave y potencialmente mortal de la AIJ sistémica, producida por una activación masiva del proceso inflamatorio. Por otro lado, hoy en día apenas existe información disponible sobre la utilización de la leflunomida en niños.

En los últimos años se han abierto nuevas perspectivas terapéuticas con la utilización de los denominados fármacos anti-TNF, agentes que bloquean selectivamente a un mediador esencial de la respuesta inflamatoria, el factor de necrosis tumoral (TNF). Se utilizan solos o asociados a metotrexato y son eficaces en un elevado número de pacientes. Su efecto es muy rápido y hasta ahora han demostrado un buen perfil de seguridad. Sin embargo, es necesario aumentar el tiempo de seguimiento de los pacientes que los reciben para determinar sus efectos secundarios a largo plazo. El precio de este tipo de fármacos es muy elevado. Como todos los demás medicamentos de segundo nivel requieren ser administrados bajo un estricto control médico.

4) Corticosteroides. Son los antiinflamatorios más eficaces existentes hasta ahora, pero su utilización se encuentra limitada ya que cuando se emplean a largo plazo importantes efectos secundarios importantes, incluyendo osteoporosis y detención del crecimiento. A pesar de ello, son muy útiles en el tratamiento de los síntomas sistémicos que no responden a otros medicamentos, en el tratamiento de complicaciones sistémicas potencialmente mortales, y como “terapia puente” para controlar la enfermedad aguda mientras los fármacos de segundo nivel comienzan a tener efecto.

Los esteroides también se utilizan en preparados tópicos (colirios o gotas) para el tratamiento de la iridociclitis. En casos más graves puede ser necesario administrarlos mediante inyecciones peribulbares (en el ojo) o por vía sistémica.

5) Cirugía ortopédica. Sus principales indicaciones son la sustitución por prótesis, de las articulaciones que hayan sido dañadas gravemente y la liberación de tejidos blandos en el caso de contracturas permanentes.

6) Rehabilitación. Es un componente esencial del tratamiento. Incluye la realización de ejercicios apropiados así como, la utilización de férulas que prevengan la mal posición articular (la inflamación hace que algunas articulaciones se mantengan en una posición que impide su utilización) cuando estén indicadas. Este tratamiento se debe iniciar de manera precoz, realizando los ejercicios de forma regular para mantener la movilidad, el trofismo muscular y la fuerza, así como para evitar o corregir deformidades.

¿Cuáles son los principales efectos secundarios del tratamiento?

En general, los medicamentos que se utilizan en el tratamiento de la AIJ son bien tolerados. El efecto secundario más frecuente por AINE es la intolerancia gástrica por este tipo de medicamentos debe tomarse siempre con comida aún y cuando dichas manifestaciones sean menos frecuentes que en los adultos. Los AINE pueden producir elevación de algunas enzimas hepáticas (transaminasas) pero, exceptuando la aspirina, es infrecuente que suceda.

En general, el metotrexato se tolera bien, aunque ciertos eventos adversos digestivos del tipo de náuseas y vómitos no son raros. Para vigilar la aparición de toxicidad potencial es importante realizar análisis periódicamente (biometría hemática, enzimas hepáticas, etc.). La anomalía de laboratorio más frecuente es la elevación de los enzimas hepáticas, lo que habitualmente se normaliza cuando se reduce la dosis o se suspende el tratamiento. La administración de ácido fólico o folínico disminuye la frecuencia de toxicidad hepática. Aunque son raras, se pueden producir reacciones de hipersensibilidad al metotrexato.

La sulfasalazina se tolera razonablemente bien. Sus efectos secundarios más frecuentes incluyen erupción cutánea, problemas digestivos, elevación de transaminasas (toxicidad hepática), y leucopenia (disminución del número de células blancas de la sangre, lo que puede aumentar el riesgo de infecciones). Por este motivo es necesario realizar análisis periódicamente.

Los agentes anti-TNF se toleran bien en general. Los pacientes deben ser evaluados cuidadosamente por la posible aparición de infecciones graves.

El uso de corticoides a dosis altas durante periodos prolongados de tiempo produce importantes efectos secundarios, como la detención del crecimiento y la osteoporosis. Asimismo, pueden producir un aumento significativo del apetito que favorece la obesidad. Por eso es muy importante que los niños aprendan a comer alimentos que les sacien sin aumentar la ingestión de calorías.

¿Cuánto tiempo debe durar el tratamiento?

El tratamiento debe mantenerse mientras persista la enfermedad, lo que es imprevisible. En la mayoría de los casos la enfermedad entra en remisión después de un número variable de años. El curso de la AIJ se caracteriza por remisiones y exacerbaciones periódicas, que conducen a múltiples variaciones del régimen terapéutico. La suspensión total del crecimiento puede ser considerada cuando exista una remisión completa y prolongada.

¿Con qué frecuencia y durante cuánto tiempo deben ser controlados por el oftalmólogo?

Los pacientes de riesgo (ANA positivos) deben ser examinados con lámpara de hendidura cada 3 meses. En aquellos con iridociclitis, la frecuencia de las evaluaciones deberá ser más frecuentes y dependen de la gravedad de la afección ocular.

El riesgo de desarrollar iridociclitis disminuye con el tiempo; sin embargo, también es cierto que hay pacientes que la desarrollan muchos años después del inicio de la artritis. Por ello, es prudente seguir realizando controles oftalmológicos durante muchos años, incluso cuando la artritis se mantenga en remisión.

La uveítis aguda que aparece en pacientes con artritis y entesitis es sintomática (ojo rojo, dolor y fotofobia), por lo que su diagnóstico precoz no precisa de exámenes periódicos con lámpara de hendidura.

¿Cuál es el pronóstico de la artritis?

El pronóstico de la artritis depende de su gravedad, de la forma clínica de AIJ, y de que el tratamiento sea el adecuado y se instaure de forma precoz. De todas maneras, el pronóstico ha mejorado de manera muy considerable en los últimos años gracias a los avances que se han logrado con su tratamiento.

La AIJ sistémica tiene un pronóstico variable. Alrededor de la mitad de los pacientes tienen pocos signos de artritis, y su enfermedad se caracteriza más por los brotes sistémicos periódicos; su pronóstico termina siendo bueno ya que la enfermedad suele evolucionar a la remisión espontánea. En la otra mitad la enfermedad se caracteriza por artritis persistente, ya que los síntomas sistémicos tienden a desaparecer con los años; este subgrupo de pacientes puede desarrollar un daño articular muy grave. Finalmente, existe una minoría de pacientes en este segundo subgrupo, en los que la actividad sistémica y articular persisten; estos pacientes tienen el peor pronóstico y pueden desarrollar amiloidosis, una complicación muy grave que puede necesitar tratamiento inmunosupresor.

La forma poliarticular FR positivo sigue con frecuencia un curso progresivo que puede producir daño articular irreparable.

La AIJ poliarticular FR negativo es compleja tanto en sus manifestaciones clínicas como en su pronóstico. El pronóstico es, en general, mucho mejor que el de la AIJ poliarticular FR positivo; sólo en una cuarta parte de los pacientes se produce daño articular.

Mientras permanezca limitada a pocas articulaciones, la AIJ oligoarticular tiene en general un buen pronóstico articular. El pronóstico en pacientes en los que la enfermedad se extiende a otras muchas articulaciones es más parecido al de niños con AIJ poliarticular FR negativo.

La mayoría de los pacientes con AIJ psoriática tienen una enfermedad similar a la AIJ oligoarticular, aunque tienen una tendencia mayor a desarrollar poliartritis con el paso del tiempo.

La AIJ asociada a entesopatía también tiene un pronóstico variable. En algunos pacientes la enfermedad remite mientras que en otros la enfermedad progresa y afecta a las articulaciones sacroiliacas.

Hasta ahora, no existe ningún indicador clínico ni de laboratorio que permita predecir el inicio de la enfermedad y de manera fiable quiénes tienen el peor pronóstico. Estos indicadores tendrían un gran interés clínico ya que permitirían identificar a los pacientes que deberían ser tratados de forma más agresiva desde el comienzo de su enfermedad.

¿Y el de la iridociclitis?

Si no se trata, la iridociclitis puede tener graves consecuencias, incluyendo cataratas (opacificación del cristalino) y ceguera. Por otro lado, si es tratada en las fases iniciales, suele responder muy bien al tratamiento. Por tanto, el diagnóstico precoz es un factor determinante de su pronóstico.

¿Se puede vacunar a un niño con artritis?

La vacunación con microorganismos vivos atenuados (como la vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubéola –triple viral-, polio tipo Sabin –vía oral–, o la BCG) debe aplazarse en niños tratados con inmunomoduladores/inmunosupresores (esteroides, metotrexato, anti-TNF etc.), ya que la disminución de las defensas aumenta el riesgo potencial de infecciones. Por el contrario, todas aquellas vacunas que no contienen microorganismos vivos sino sólo proteínas inmunógenas (vacunación contra tétanos, difteria y tosferina – DTP/DTPa-, polio tipo Salk –por pinchazo–, hepatitis B, neumococo, meningococo y haemophilusinfluenzae) se pueden poner; el único riesgo que existe es que la vacunación no sea eficaz por la inmunosupresión.

¿Puede la dieta influir en el curso de la enfermedad?

No hay evidencia de que la dieta tenga algún tipo de influencia sobre la enfermedad. En general los niños con AIJ deben seguir una dieta equilibrada y normal para su edad. Los niños que reciban esteroides deben evitar comer en exceso ya que aumentan el apetito.

¿Puede el clima influir en el curso de la enfermedad?

No hay ninguna evidencia de que el tiempo afecte a las manifestaciones de la enfermedad.

¿Puede practicar deportes?

La práctica deportiva es un aspecto esencial del día a día de los niños. Uno de los principales objetivos del tratamiento de la AIJ es el de permitir que los niños vivan una vida lo más normal posible, y que ellos mismos no se consideran distintos de sus compañeros. Por tanto, la tendencia general es la de permitirles practicar los deportes que quieran y confiar en que pararán en el momento en que una articulación les moleste. Aunque el esfuerzo no beneficia a una articulación inflamada, el daño físico que puede producir es mínimo comparado con el daño psicológico derivado de prohibirles jugar con sus amigos por causa de la enfermedad. Este tipo de elecciones se enmarcan en un esquema terapéutico más amplio, que tiende a animar psicológicamente al niño a no depender de los demás y a asumir por sí mismo las limitaciones derivadas de su propia enfermedad.

Aparte de estas consideraciones, es preferible recomendar la práctica de deportes que eviten o reduzcan el esfuerzo de las articulaciones, como son la natación o el montar en bicicleta.

¿Puede ir al colegio?

Es fundamental que los niños vayan al colegio a diario. Hay una serie de factores que pueden dificultar su asistencia a clase, como son la dificultad para caminar, el cansarse Fácilmente, o la presencia de dolor o rigidez articular. Es importante explicar a los profesores las posibles necesidades del niño: pupitres adecuados, posibles dificultades para escribir, o el permitirles levantarse o moverse en clase para evitar la rigidez. Los pacientes deben participar, siempre que sea posible, en la clase de deportes; en este caso hay que tener en cuenta las consideraciones discutidas anteriormente (ver ¿Puede practicar deportes?).

El colegio es para los niños lo que el trabajo para los adultos, un lugar donde aprender a ser autónomos, productivos e independientes. Los padres y los profesores deben hacer todo lo que esté en su mano para que los niños enfermos puedan participar en las actividades escolares lo más normal posible, para que triunfen académicamente, para que desarrollen una buena capacidad de comunicación con los compañeros y los adultos, y para ser aceptados y apreciados por sus amigos.

¿Podrá tener una vida normal cuando sea adulto?

Este es uno de los principales objetivos del tratamiento, y es posible en la mayoría de los casos. El tratamiento de la AIJ ha mejorado de manera espectacular en los últimos 10 años, y se prevé que en un futuro cercano se dispondrá de otros potentes medicamentos. El uso combinado del tratamiento medicamentoso y la rehabilitación puede en la actualidad prevenir el daño articular en la mayoría de los pacientes.

También se debe prestar mucha atención al impacto psicológico que tiene la enfermedad tanto sobre el niño como sobre su familia. Una enfermedad crónica como la AIJ es un reto para toda la familia, mayor cuanto más grave es la enfermedad. Siempre hay que tener presente que a los niños les resulta extremadamente difícil el enfrentarse a la enfermedad si sus padres no son capaces de hacerlo. Los padres tienden a desarrollar una gran tendencia a apartar al niño enfermo de cualquier posible problema, volviéndose sobreprotectores.

La actitud positiva de los padres, apoyando y animando a su hijo a ser tan independiente como sea posible, es de gran ayuda para superar las dificultades que van surgiendo con la enfermedad, a relacionarse con sus compañeros, y a desarrollar una personalidad equilibrada e independiente. El equipo terapéutico ofrecerá apoyo psicológico siempre que éste sea necesario.


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El Dr. Gabriel Vega es Médico cirujano y partero, egresado de la Universidad de Guadalajara. Cuenta con una especialidad con el Hospital Civil de Guadalajara, así como una sub especialidad con el Hospital Infantil de la Ciudad de México. Cuenta con un diplomado en Farmacología Clínica con la Universidad de Guadalajara y mas de 40 cursos y seminarios enfocados en reumatología, inmunología y pediatría.

Dr. Gabriel Vega

El Dr. Gabriel Vega es Médico cirujano y partero, egresado de la Universidad de Guadalajara. Cuenta con una especialidad con el Hospital Civil de Guadalajara, así como una sub especialidad con el Hospital Infantil de la Ciudad de México. Cuenta con un diplomado en Farmacología Clínica con la Universidad de Guadalajara y mas de 40 cursos y seminarios enfocados en reumatología, inmunología y pediatría.

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